sexta-feira, 22 de janeiro de 2010

Reírse


Por Ives Berger


Una vez una compañera de estudios en Praga, me preguntó:

- ¿Por qué siempre te ríes?

Debo confesar que en el momento, no tenía una respuesta concreta, tenía 17 años y desde que tengo uso de razón, siempre fui conocido por mi sonrisa, mi risa.

Todo comenzó (creo yo) una mañana de mis 6 años, mi madre nos reunió a los 7 hermanos, para explicarnos el porque de la partida de nuestro padre, hacia otro hogar. El tema era de por sí, serio y porque no, traumático, éramos un puñado de niños en fila, frente a la imagen de una madre con el rostro firme y tierno (como siempre), cuando mi madre comenzó a hablar, mi hermana Emma, la de número 2, empezó a reírse, yo me sorprendí y la miré enfadado, mi madre leyó mi expresión y con voz de madre, me dijo:

- Ella se ríe de nerviosa, es su defensa. y agregó ¡A veces la mente reacciona así!

Crecí con esa frase e incorporé (creo yo) esa defensa de mi hermana, la incorporé inconscientemente en lo más profundo de mí, la hice mía. La incorporé pero nunca había pensado en esto, hasta que un día, una chica en Praga, me hizo esta pregunta, desde entonces le he dedicado un buen tiempo a leer sobre esto.

Aquí un caso, sorprendente, de los muchos que leí.

Que la risa es buena todo mundo sabe, pero lo interesante de la risa es que se ha comprobado científicamente que los enfermos de cáncer tienen una mayor resistencia mientras mejor es su estado anímico. Por esta razón, en Canadá, específicamente en Ottawa, los atienden con sesiones de riso terapia.
Los especialistas descubrieron que la risa es un buen medicamento que renueva la energía del enfermo y le estimula ante su padecimiento. Como prueba de lo anterior está el caso de Norman Cousins, un importante ejecutivo de Nueva York, conocido crítico y editor de Saturday Review, a quien a los cincuenta años le fue diagnosticada espondolitis anquilosante, enfermedad que consiste en una especie de artritis espinal sumamente dolorosa, y que lo dejó lisiado.
Por si fuera poco, los doctores no conocían la cura para la enfermedad y ante este panorama nada alentador, Cousins cayó en un estado de depresión mayor, y mientras más se deprimía peor era su estado y el dolor se hacía cada vez más intenso.
Los médicos le dijeron que un poquito de alegría le vendría bien. Así que Cousins pidió varias películas cómicas, cortos de El gordo y el flaco y varias de los hermanos Marx. Apenas comenzó a ver estas películas y a reírse a carcajadas comenzó a sentirse mejor y así descubrió que por diez minutos de risa a mandíbula batiente lograba eliminar el dolor por dos horas... y mientras más se reía mejor se sentía. Gracias a sus sesiones diarias de risa pudo conciliar otra vez el sueño.

Cousins se reía tan fuerte que los demás pacientes comenzaron a quejarse por el escándalo, entonces se mudó del hospital a un hotel donde se podía reír por la mitad del precio. Combinando sus terapias de risa con dosis de vitamina C y siguiendo las indicaciones de los médicos, logró curarse totalmente de la enfermedad, para luego escribir un libro titulado Anatomía de la risa (libro que recomiendo).

Historias como esta hay muchas, ahora para los escépticos, aquí va una explicación que mi hermano Ivan (el médico/te amo Ivan), se sentirá orgulloso, pues voy a sustentar mi tesis, con hechos que la medicina explica bien:
Claro que es válido preguntarse si todo eso tiene basamento científico, pues sí.

Cuando reímos el cerebro hace que nuestro cuerpo segregue endorfinas; de hecho, una simple sonrisa emite una información que activa esa segregación de esta suerte de drogas naturales que circulan por el organismo, y que resultan ciento de veces más fuertes que la heroína y la morfina, pero gratuitas y no tienen efectos secundarios.

Las endorfinas, específicamente las encefalinas, tienen la capacidad de aliviar el dolor. Por ejemplo, si al cabo de unos segundos desaparece el dolor producto de un golpe, es porque el cuerpo reaccionó sintetizando las endorfinas necesarias para atenuarlo. Por otro lado, las endorfinas envían mensajes desde el cerebro hasta los linfocitos y otras células para combatir los virus y las bacterias. Las endorfinas desempeñan además otras funciones entre las que destaca un papel esencial en el equilibrio entre el tono vital y la depresión.

De ellas depende algo tan sencillo como estar bien o estar mal. Las endorfinas provocan un estado de euforia que es una sensación de felicidad, o lo que es igual a un flujo correcto de endorfinas en nuestro cuerpo.

¿Por qué el masaje es tan curativo? o ¿por qué las caricias son tan placenteras? Pues, sencillamente, porque ambos estimulan la segregación de endorfinas, así que cada vez que experimentamos placer, cuando sentimos estados de euforia y felicidad o cuando nos invade la particular sensación de disfrute que provoca la música, la poesía, el arte o la naturaleza, están en juego las endorfinas. También ocurre lo mismo en los deportistas, porque cuando se logra pasar a un competidor durante una carrera justo al hacer el último esfuerzo antes de llegar a la meta, o al batir un récord, el cuerpo segrega endorfinas y por ende la persona se siente eufórica.

Además, cuando uno se ríe segrega más adrenalina, lo que potencia la creatividad y la imaginación.

Lo mejor de todo es que para segregar endorfinas no es necesario correr o batir un récord, solo hay que reír...

Ahora deben preguntarse: ¿Cómo voy a reírme si estoy lleno de problemas?

Todos los tenemos, pero vivir enfadado y quejándose, sólo empeorará el panorama.

Yo a pesar de mis problemas, siempre me rio, esto me ayuda a pensar mejor en las soluciones.

Una vez me caí de una escalera y me golpeé la columna, mientras me llevaban al hospital, iba riéndome, me reía de la forma tonta de cómo me caí, al llegar, nadie entendía porque me reía, cuando les conté como me caí, todos se rieron, el médico, las enfermeras, el paciente de lado.
¿Y el dolor?…

Desapareció antes de llegar al hospital.

Un fuerte abrazo desde Brasil.



Ives Berger

sexta-feira, 15 de janeiro de 2010

Dudas

Por Ives Berger

En este, a veces por etapas, tedioso, largo o a veces fugaz, camino, que llamamos vida. Somos de ciclo en ciclo, atropellados por constantes dudas.

Dudas que nos privan de momentos de paz y tranquilidad, para envolvernos en un manto oscuro de preguntas.

Pero, como no cuestionarse, si tu amor no se refleja en las arenas de tu vida.

Como no cuestionarse, si la soledad se estampa en tu sombra, perpetuando la noche.

Como no cuestionarse, si esa nube permanece inerte como un tatuaje delante de tu sol.

La vida es como un gran campo de cultivo. Sólo nosotros somos responsables de nuestros propios frutos.

Cuidado con lo que siembras, en algún punto de tu vida, la cosecha vendrá.

Dios te da el campo, las semillas son por tu cuenta.

Un fuerte abrazo desde Brasil

Ives Berger