
Eran las 6 de la mañana y me encontraba en la esquina de una avenida, esperando el carro que me llevaría a la empresa donde daba clases de español, en el carro íbamos varios profesores.
En esa época me encontraba atravesando una nueva etapa de mi vida, después de 3 años volvía a ser extranjero, justo ese día cumplía un mes de haber llegado a Brasil y me sentía un poco afligido y solo.
En esa época me encontraba atravesando una nueva etapa de mi vida, después de 3 años volvía a ser extranjero, justo ese día cumplía un mes de haber llegado a Brasil y me sentía un poco afligido y solo.
Mientras esperaba, a mi lado, en esa mañana fría, estaba un señor con su carretilla vendiendo café bien caliente y queques (estas carretillas son comunes aquí en Brasil), de repente en la avenida casi desierta, apareció un niño pobre de unos 6 o 7 años, al pasar por mi lado me miró y me sonrió, luego se aproximó a la carretilla y le dijo al señor:
-Señor, por favor me puede dar algo para comer; Estoy con hambre.
El señor sin decirle nada, lo miró con esa mirada de desprecio, la cual los pobres están infelizmente acostumbrados y con un gesto mecanico, como un impulso, le dio un pedazo pequeño de queque; El niño con los ojos brillantes lo cogió rápidamente y le agradeció con inmensa alegría.
Alegría que el hombre ignoró. No tenía tiempo para la alegría.
Al pasar nuevamente por mi lado, el niño me miró, partió en dos su queque y me dio la mitad.
Yo sin reacción, acepté el queque y con la misma sonrisa, el niño siguió su camino...
El carro llegó casi de inmediato, entré rápido, atónito les conté emocionado esto a los profesores, les mostré el queque y por la ventana vi al niño caminar lentamente.
En realidad no creía mucho en Ángeles...
Ahora cada vez que me siento afligido y solo, me viene a la mente aquella sonrisa.
Y cuando me preguntan si los Ángeles existen, respondo:
Una mañana yo fui tocado por uno.
Ahora cada vez que me siento afligido y solo, me viene a la mente aquella sonrisa.
Y cuando me preguntan si los Ángeles existen, respondo:
Una mañana yo fui tocado por uno.
Desde Brasil un fuerte abrazo
Ives Berger
Ives Berger